sábado, 22 de marzo de 2014

Sajones de Transilvania

Una leyenda alemana relaciona la llegada de los sajones en Transilvania con la canción del flautista de Hamelin. Y unos datos históricos vienen a confirmarla.

Erase una vez, en torno a 1284, una gran invasión de ratas en la ciudad alemana Hamelin.  Aunque las gente hizo todo el posible para matarlas, se multiplicaban cada día más. Los venenos, las trampas y los gatos traídos de Bremen no fueron una solución que trajera buenos remedios. 

Pero un día, llegó en la ciudad Der Rattenfänger, un flautista. El se ofreció a librar la ciudad de las ratas a cambio de dinero. Dicho y hecho. El extranjero con aspecto raro y ropa abigarrada cogió la flauta y tocó una canción que hechizaba. En un instante, las ratas se reunieron ante él, llamadas por la música. El flautista se dirigió hacia el rio Wesser donde se ahogaron todas las ratas. La gente festejó luego días enteros, feliz que se había librado de ese problema. 

Pero en el momento de la recompensa, el flautista no recibió el dinero prometido. Enojado, el extranjero se fue, pero regresó un día de Domingo, en el 26 de junio de 1284, cuando la gente estaba en la iglesia. Empezó a tocar otra canción y los 130 niños de Hamelin que estaban jugando fuera, se reunieron a su alrededor como si hubieran sido hechizados. Der Rattenfänger los llevó hacia la cueva de Koppenburg, una colina a las afueras de la ciudad, donde desaparecieron todos, dejando atrás una gran tristeza y dolor. 





¿Historia o ficción?

El documento más antiguo en el cual está mencionada la ida de los niños es el manuscrito de Lounebourg (1430-1450). La leyenda llegó a ser conocida en el 1816, cuando los hermanos Grimm la publicaron bajo el nombre de EL FLAUTISTA DE HAMELÍN en el volumen Leyendas alemanas. La historia también aparece en los poemas de Goethe (1802  Der Rattenfänger) y Robert Browning (1842, The Pied Piper of Hamelin).

Una versión de la historia cuenta que, tras viajar bajo la tierra durante varios días, los niños de Hamelin llegaron a Transilvania, donde fundaron siete ciudades. 

No se sabe por qué la historia de los hermanos Grimm fue relacionada con la llegada de los sajones en Transilvania, pero es interesante que la primera etapa del establecimiento de los alemanes en Transilvania coincide con la fecha aproximada de la desaparición de los niños de Hamelin, que es la zona de donde se supone que vinieron los primeros sajones. 

En 1819, los hermanos Grimm declararon en un artículo de la presa alemana que los niños raptados por el flautista llegaron a Transilvania. En el mismo artículo estaba presentada la confesión  del sacerdote de la Iglesia Negra de Brasov (Transilvania), Friedrich Müller, el autor del libro Historias de Transilvania, en el cual reunió leyendas de los sajones transilvanos. Una de las leyendas decía: "Nosotros, los alemanes de Transilvania, somos los niños llevados de Hamelin por el Flautista y viajamos mucho bajo la tierra llegando a Transilvania a través de la cueva Meresti, el Valle de Varghis; luego nos separamos en las siete ciudades y muchos otros pueblos nuestros".

Iglesia Negra

El lugar donde aparecieron los niños en Transilvania no se sabe exactamente, hay voces que afirman que primero llegaron a Sebes (Mühlbach en alemán) o a Orastie (Broos en alemán). 

La versión más plausible es la que está presentada en la página oficial de la ciudad de Hamelin: en el pasado, los habitantes de una ciudad eran todos llamados "los niños de la ciudad". Y estos "niños" emigraron, siendo contratados por terratenientes en el Este; y más tarde la leyenda del éxodo de los niños fue relacionada con la leyenda de la expulsión de las ratas, que se refiere a las invasiones de roedores en las localidades medievales.

En Rumania hay doscientas cincuenta ciudades e iglesias sajonas fortificadas construidas por los sajones entre los siglos XIV-XVIII. De ellas las más conocidas son las 7 ciudades: Bistrita (Bistritz), Brasov (Kronstadt), Cluj (Klausenburg), Medias (Mediasch), Orastie (Broos), Sibiu (Hermannstadt) y Sighisoara (Schasburg).

Sighisoara fue fundada por los colones de Franconia, de la región del Rin de norte, que fueron llamados por el rey húngaro Geza II para establecerse aquí y proteger las fronteras del este contra los ataques de los tártaros. La ciudadela Sighisoara fue construida en el siglo XII y reconstruida en el siglo XIV. Actualmente conserva sólo nueve torres y una parte de la pared antigua de protección. 

Sighisoara

Menos visitado que Sighisoara es la ciudad de Medias. Allá se pueden ver hoy en día diecisiete torres y bastiones y muros altos de más de siete metros. La ciudad tiene una historia de más de setecientos años, siendo mencionada por primera vez en un documento histórico del año 1267.

Medias


¡Esperamos les hayan gustado la leyenda y los paisajes!






sábado, 1 de marzo de 2014

Leyenda del Martisor: el joven que se sacrificó para devolver el Sol.



El Martisor es un símbolo de la primavera, del retorno a la vida. Al principio, era representado por una moneda, luego se transformó en pequeñas piedras de rio pintadas en blanco y rojo, puestas en un hilo.
Una vez, el Sol bajó a un pueblo, tomando la imagen de un chico. Un dragon lo esperó y lo raptó, encarcelándole en un calabozo. El mundo se entristeció. Los pájaros ya no cantaban y los niños dejaron de reír. Nadie se atrevía a enfrentarse al dragón hasta que un día un muchacho valiente decidió ir a salvar al Sol.  Su viaje duró tres estaciones: verano, otoño e invierno. 



Al encontrar al dragón, que estaba en su castillo, empezaron a luchar. Se enfrentaron durante días enteros hasta que el dragón fue derrotado. Debilitado de sus poderes y herido, el joven liberó al Sol. El astro se levantó al cielo, haciendo que todo el mundo volviera a sonreír. Pero el valiente muchacho no llegó a ver la primavera. Su sangre caliente cayó en la nieve. 

Cuando la nieve empezó a derretirse, salieron unas flores blancas, las campanillas, los heraldos de la primavera. Incluso la última gota de sangre del chico se escurrió en la inmaculada nieve.

Desde entonces, los jóvenes  entrelazan dos borlas: una blanca y una roja. Los ofrecen a las chicas a quienes aman o a sus seres queridos. El rojo significa el amor por todo lo que es hermoso, que recuerda al color de la sangre del valiente chico. El blanco simboliza la salud y la pureza de la campanilla, la primera flor de la primavera.




El 1 de marzo, los rumanos tienen la costumbre de que los padres pongan en la mano o en el cuello de los niños una moneda para que tengan suerte durante todo el año y estén sanos. El Martisor se suele poner antes del amanecer. Hoy en día el Martisor se regala a los niños, chicas y mujeres, para proteger su ternura y sensibilidad.

Las chicas solían lavarse todo el año con el agua que quedaba de la nieve hasta el día de 1 de marzo, para ser siempre hermosas y sensibles.

Después de llevar durante 12 días el Martisor, la gente solía sacárselo y ponerlo en un árbol fructífero para que diera más frutas ese año. Se decía que si hacía buen tiempo durante aquellos días, toda la primavera sería soleada.




¡Feliz primavera!